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domingo, 20 de diciembre de 2015

Las Piñatas (bombas de azúcar)

Originarias de China, para la celebración de sus años nuevos, las Piñatas son de los más importantes rituales de congregación en diversas celebraciones. Esta tradición tan mexicanizada ya, llega al país como herramienta de evangelización, por lo cual encierra un gran número de simbolismos, entre ellos el significado de los picos que representan los siete pecados capitales, entre ellos, ¿cuál?, obvio… La Gula.
 
       Seguramente, desde antes, en territorio mexicano habría también un tipo de ritual por el estilo, que consistiera en colgar algún contenedor para ser abatido a golpes y obtener lo que hubiera en su interior. Lo que es de tradición cristiana son los picos y su significado, que el ser vendado sea la fe en la guía de Dios, el palo el poder de la virtud y el contenido representando la Verdad y los dones de la Naturaleza como premio a la Fe y a la Perseverancia.
       Bueno, ¡va!...
       Esperarse un año para ingerir una cantidad tal de azúcar sería un tanto “válido” si no se vuelve a comer azúcares tan refinados y jarabes, colorantes y mil químicos más ¡durante todo el año!.
       Veamos, actualmente esta legendaria tradición ha convertido cada posada, y cada fiesta que presenta u ofrece piñata en un botín de dulces enorme al cual sucumben niños y adultos. Y lo que de antaño era una fuente de frutas, cacahuates y algún postre elaborado a mano, al día de hoy son paquetes y contenedores de polvos, harinas, geles, pastas y azúcar… mucha mucha azúcar.
       Es sumamente conocido el ciclo perpetuo de adicción a este veneno blanco. Primero se consume, el nivel de azúcar en sangre se eleva y se libera dopamina, lo cual es la “droga” que tanto engancha al cerebro. Se segrega insulina para nivelar este pico, y se “desaparece” el azúcar convirtiéndose en grasa. Al caer rápidamente el nivel, se genera el ansia y el hambre por más “combustible”, y el ciclo se repite.
       Sin duda es del gusto de los niños y las niñas el acontecer de las piñatas, pues la congregación en medio de cantos, risas, luces, hacen demasiado atractiva esta celebración, la cual podría ser también inicio de un pequeño pero sustancial cambio de hábitos, porque como mencionamos más arriba, si fueran estas ocasiones las únicas al año tal vez sería justificado, pero habría que sumar las mismas cenas tradicionales, el refresco al por mayor en cada cena, y rematamos con la bomba de dulces, parecerá inocuo, pero de verdad no lo es.
       No es para nada tomar la actitud de “Grinch” en las fiestas, en lo absoluto. Es necesario aplicar la consciencia alimenticia en momentos realmente trascendentales de la vida de los infantes, y donde aun más se va a grabar el mensaje de lo que es positivo para ellos, y lo que no lo es. No podemos justificar el exceso por la celebración misma, sea la que sea. Ninguna fiesta, a no ser una bacanal orgiástica con ese fin real, conlleva el sacrificio a la salud que actualmente se le confieren a las celebraciones de cualquier tipo excediendo siempre en las cantidades de alcohol, tabaco, consumo de tóxicos, desvelo y más, impactando poco a poco nuestra salud. Muchas veces, el ofrecer de más en las fiestas es cuestión de estatus, pero el hecho de consumir de más, de lo que sea, es cuestión de conciencia personal a favor de nuestro bienestar.
Felices fiestas, nos vemos en www.trofoterapia.com